Más Juego y Menos Tablets

«Sin cierto desarrollo de una actitud lúdica ninguna cultura es posible.»
J. Huizinga

Estamos en una sociedad en la que con tanta estimulación las personas y cada vez más los niños son sedentarias. Es sabido que las actividades extracurriculares han aumentado en los países en desarrollo, de igual forma, el sedentarismo y la obesidad ha incrementado en todos los niveles de una manera proporcional y hasta riesgosa. (ver: http://www.who.int/end-childhood-obesity/facts/es/)
Es por esto que volvemos a la necesidad de ubicar al juego como una de las formas más saludables de formación social, física y emocional.

Estas cinco principales razones de porqué el juego físico es parte fundamental del desarrollo humano:

1. Es una acción que se desarrolla dentro de ciertos límites de lugar, tiempo y voluntad.
Cuando ingresamos a un campo de juego, bien sea una cancha de basketball, fútbol o un tablero de ajedrez, el mundo cambia. Primero porque nos adentramos en un «círculo mágico» un espacio delimitado en el que existen ciertas leyes y formas de comportamiento particulares. Por ejemplo, algunos deportes interactúan con un objeto que no puede ser tocado con ciertas partes del cuerpo, mientras en otros esa parte es la fundamental para el desarrollo del mismo. Estos límites son educativos para hacernos entender que ciertas dinámicas grupales funcionan mejor con ciertos parámetros de comportamiento. Porque poca gracia y sentido tiene un juego en el que sus participantes no siguen sus leyes. Al comprender esto y cumplirlo ya estamos dispuestos a asumir por voluntad propia algunos límites para lograr que el juego funcione. 

2. Se siguen reglas libremente consentidas.
Muchos de los juegos más sencillos nos ponen ante reglas que seguimos y que por momentos buscamos birlar. Es ahí cuando aparecen los «tramposos». Podemos decir que hay dos tipos: Aquellas personas que buscan jugar sin seguir las reglas y aquellas que son consideradas tramposas porque con ingenio utilizaron alguna regla de forma distinta sin romperla. Usted decide bien cuál opción es su preferida.
Por otro lado tenemos a quienes por considerar el juego estúpido no siguen las reglas, estos ya son considerados como los «aguafiestas». Ellos por lo general no juegan pero al ver la diversión de los otros muchas veces dudan de su decisión y terminan por aceptar las normas.


3. El juego está por fuera de lo que puede considerarse una utilidad o necesidad inmediata.
Al no ser visto como una obligación el juego toma un carácter más valioso sencillamente porque se convierte en algo que haces por gusto. Además, al jugar tomas un rol; puedes ser capitán de un equipo o salvaguarda de una bandera; y con ese simple hecho ya estás tomando decisiones, asumes liderazgo, propones soluciones y empiezas, en algunos casos dependiendo del juego, trabajar en equipo. 

4. Durante su desarrollo reina el entusiasmo y la emotividad.
El juego es una terapia que sirve como relajación. Te permite interactuar y asociarte con varias personas y conocer mucho más tu cuerpo. Además, sabemos que al divertirnos en la actividad física y mental, nuestro cerebro cada vez se configura mejor para cualquier tipo de reto y actividad, y en general, para nuestra vida.

5. Se puede enfocar hacia la diversión, a la distracción y en instancias enfocarse hacia la competitividad.
Cuando niños jugábamos para divertirnos, luego, en las etapas posteriores, es un medio para distraernos del mundo cotidiano, muchas veces logrando divertirnos. El juego además alimenta uno de los motivantes más humanos: el sentido de competencia. Porque sencillamente la competencia en un juego es una lúdica representación de la lucha por la vida. 

Aunque en este caso no jugamos para salvarnos de ser sacrificados o desterrados, lo hacemos para no perder tiempo en la vida que cada vez nos invita a jugar y, por andar ocupados, nos perdemos así de una de las mejores maneras de aprender del mundo.

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