La ruptura de viejas formas de pensamiento


Es un hecho, en mi caso lo fue, cuando viajé descubrí que muchas de aquellas cosas enseñadas en la escuela, aprendidas de voces ajenas o bien repetidas incansablemente, por los siglos de los siglos, no eran tan ciertas como en algún momento llegué a creer. Es más, muchas de aquellas ideas estaban infundadas, careciendo así de todo asidero racional o emocional.

La primera vez que almorcé en un descanso de la escuela en Australia lo hice con cuatro muchachos más, uno era de Brasil, otro de Arabia Saudita, y los restantes de Japón y Turquía. Cinco personas distintas, cinco idiomas diferentes, cinco tradiciones e historias diversas pero intrigantes y fascinantes. Al final, cinco "pelaos" en un país de idioma ajeno al propio.

Luego de que volví de mi periplo alguien me preguntaba acerca de la belleza de las mujeres australianas, y sí, son muy bellas, pero más que esa belleza tan publicitaria, la que me impresionó fue la belleza de las mujeres peruanas. ¡¿Pero si Perú está lleno de indios?! me preguntó extrañado y en tono burlón.

En este momento comprendí cuánto había aprendido, porque decidí callar y no comentar la belleza de las personas de Bolivia, por ejemplo, tan auténticas y parecidas a sí mismas, mientras acá en Colombia es tan común ver niñas muy bonitas, pero con el caminado de Angelina Jolie, las botas que usó Jennifer Aniston (como sea que se escriba), o muchachos que se quieren parecer a 50 cent, o a Brad Pitt. Sí, de aquello también vi en Bolivia, porque si en algo se caracteriza la juventud es en la búsqueda de identidad, normalmente guiada por las ideas repetidas con mayor insistencia.

"Mientras la necedad habla, la sabiduría escucha", y la necedad se repite en cada uno de los rincones de nuestras ciudades. Cuando estuve en los países andinos llegué con caducas ideas de que los buses eran atestados de personas y olían a mil demonios. Luego de estar en autobús en pleno corazón de los Andes Bolivianos caí en cuenta de qué infundado está el mito de la ignorancia y la opinión ajena en nuestras vidas. Sí, olía a gente, a sudor, a gallinas, a cebollas, a mercado, en parte por la cantidad de víveres que transportan los indígenas, pero también olía a frutas, a flores, a tierra... Y sé que en los países de habla inglesa, francesa, asiática o árabe sucede lo mismo, simplemente porque al ser de continentes distintos nuestro humor varía, porque la cultura no es un conjunto de tradiciones, también son las huellas que dejan en cada uno de nuestros sentidos las texturas, los colores, los sabores, los sonidos, y por supuesto los olores, estos últimos parte fundamental de nuestro ser ligada a nuestra memoria. En la novela recientemente llevada a película El Perfume, el personaje de la misma era la persona con el mejor sentido de olfato del mundo, para mí, porque no los clasificaba en buenos o malos, simplemente eran olores como libros de una biblioteca infinita y presente en cada rincón de la naturaleza.

No me importa hacerle cambiar de pensamiento al colombiano que cree que todos los árabes llevan bombas, o que todos los bolivianos son indios, o que todos los que hablan inglés son más bonitos. No, lo que me interesa es decir que yo pensé lo mismo en alguna época y lo repetí sin saberlo. Ahora que se lo que sé, prefiero simplemente seguir contemplando la belleza, la verdadera belleza de los pueblos.

Comentarios

  1. My Leo. Eres una mente sensata y un corazón con patitas. Tienes toda la razón, lo que nos enseñan en las escuelas, en ocasiones, no sirve para la vida. Lástima que sean tantas las ocasiones.

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  3. Sr. Leonardo Buitrago debo decir que este contenido es gran reflexión e inspiración ya que el ver más allá no es tan fácil como parece, y para esto se necesita de una mente abierta que nos permita detallar cada instante sin parar de leer para imaginar, gran aporte.

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  4. Sr. Leonardo Buitrago debo decir que este contenido es gran reflexión e inspiración ya que el ver más allá no es tan fácil como parece, y para esto se necesita de una mente abierta que nos permita detallar cada instante sin parar de leer para imaginar, gran aporte.

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